Ayer se debatió en el Senado la reforma de la Ley de Extranjería, se aprobó por un voto de diferencia (127 a favor, 126 en contra). Parece que sus señorías no creen que las personas migrantes tengan derecho a tener derechos.
Las limitaciones al voto, al reagrupamiento familiar, la criminalización de la población migrante, o la prolongación de 40 a 60 días del periodo de internamiento (en esa ignominia que son los CIEs), son algunos de los motivos que deberían haber llevado, a alguien con un mínimo de sensibilidad, a votar en contra.
Yo hoy digo desde aquí, bien alto y bien fuerte: basta a esta política migratoria.