El Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud ha publicado el estudio “¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia”, y su nota de prensa lleva por titular: “Más del 80% de los adolescentes españoles afirma conocer algún acto de violencia entre géneros en parejas de su edad”. Lamentable.
Ellos las intimidan, controlan personal y emocionalmente, violan su intimidad, y ejercen violencia física y verbal contra ellas que, por su parte, son controladoras. No puedo entender que se igualen. No hay justificación para ello. No se puede permitir.
Hablar de "violencia entre géneros” cuando en este país hay un serio problema con la “violencia de género”, cuando es a las mujeres –y no a los hombres- a las que se mata por el mero hecho de serlo, tiene un nombre: posmachismo.
Miguel Lorente define muy bien el posmachismo: “es una de las últimas trampas que la cultura patriarcal ha puesto en práctica. Su objetivo es claro, busca jugar con la normalidad como argumento y hacerlo, paradójicamente, en nombre de la igualdad. Para los posmachistas todo lo que sea corregir la desigualdad, que lógicamente se dirige a atender a las mujeres que sufren sus consecuencias, es presentado como un ejemplo manifiesto de desigualdad por no contemplar dentro de esas medidas a los hombres. Incluso llegan a presentarlas como un ataque contra ellos, puesto que muchas de estas iniciativas buscan modificar privilegios que la cultura les ha concedido, es decir, los privilegios que los hombres se han dado a sí mismos”. “Sitúa un mismo nivel y situación a los hombres y a las mujeres, sin reconocer la desigualdad que los coloca a ellos en una posición de poder, ni todos los mecanismos utilizados para mantenerla e aumentarla”.
Posmachismo es lo que rezuma ese estudio, y tenemos que combatirlo.