Magali Thill, es representante de ACSUR-Las Segovias en Palestina, y asegura que "ser cooperante en Palestina ha sido una lección de humanidad, solidaridad y perseverancia permanente. Trabajar en Palestina nos recuerda cada día que no tenemos derecho a la apatía, la desesperación o al 'Sálvese quién pueda'" . Pero dice muchas más cosas, entre otras, esto es lo que cuenta....
Hay muchas maneras de hacer cooperación al desarrollo. Mi experiencia de trabajo en Palestina, donde he asumido la delegación de ACSUR-LAS SEGOVIAS a lo largo de los dos últimos años, no ha hecho sino confirmarmelo. La cooperación al desarrollo, tal como la entiendo y procuro ejercer, no se resume a la mera ejecución de proyectos de asistencia a poblaciones pobres y marginadas, sino que busca promover los principios de derechos humanos, igualdad, universalidad y participación, tanto en las regiones del Sur donde trabajamos como en nuestras sociedades del Norte, donde se sigue controlando el destino de comunidades a veces muy remotas, o al menos incidiendo en factores tan determinantes para su desarrollo, como son las relaciones comerciales o el reembolso de la deuda externa.
Como bien lo ha demostrado el fracaso del desarrollismo del siglo pasado, no podemos pretender erradicar la pobreza con la simple transferencia de tecnología ni la puesta en marcha de los Planes de Ajuste Estructural del FMI y el Banco Mundial, sino que hay que actuar sobre las relaciones de poder que configuran las situaciones de pobreza. Procurando corregir los desequilibrios norte-sur, entre pueblos, comunidades, géneros y colectivos, es como podemos contribuir de forma duradera a reducir la pobreza, garantizar el respeto de los derechos humanos e incrementar los niveles de participación de todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo. Bajo esta perspectiva, nuestro trabajo no se podría sostener sin una implicación real por cambiar las relaciones desiguales de poder.
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Como bien lo ha demostrado el fracaso del desarrollismo del siglo pasado, no podemos pretender erradicar la pobreza con la simple transferencia de tecnología ni la puesta en marcha de los Planes de Ajuste Estructural del FMI y el Banco Mundial, sino que hay que actuar sobre las relaciones de poder que configuran las situaciones de pobreza. Procurando corregir los desequilibrios norte-sur, entre pueblos, comunidades, géneros y colectivos, es como podemos contribuir de forma duradera a reducir la pobreza, garantizar el respeto de los derechos humanos e incrementar los niveles de participación de todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo. Bajo esta perspectiva, nuestro trabajo no se podría sostener sin una implicación real por cambiar las relaciones desiguales de poder.
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