jueves, agosto 13, 2015

Nos matan por ser mujeres y callan

Naciones Unidas define la violencia de género como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada” (art. 1 de la Declaración de NNUU sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, 1993).

La violencia de género puede adquirir múltiples formas, desde aquellas que son sutiles como la invisibilización o los micromachismos hasta el asesinato, pasando por las humillaciones o las agresiones. No hay que minusvalorar ninguna, todas son manifestaciones de la violencia machista que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo.

Este verano estamos asistiendo a una verdadera crónica negra del terrorismo machista; tal vez antes se producía la misma sangría pero ahora las redes sociales la están visibilizando, y los medios de comunicación no están a la altura de las circunstancias. Han tardado meses, por no decir años, en llevar esta sangría a sus portadas, y cuando lo han llevado y tratado en su interior, resulta que no se las asesina sino que se mueren, que son víctimas de venganza no de violencia de género, que son cifras y no vidas…

¡Qué decir del Gobierno! ni está ni se le espera. Solo un dato, desde 2011 hasta los últimos Presupuestos Generales del Estado, la partida destinada a la lucha contra la violencia de género se ha reducido en un 17%.

Quieren invisibilizar la violencia de género, convertir estos asesinatos en una noticia cualquiera de la página de sucesos, pero si algo ha conseguido el feminismo es sacarlo a la luz, ponerlo en la agenda pública, y no va a permitir que se vuelva a ocultar una realidad que nos está matando por ser mujeres.

Por eso, el próximo 7 de noviembre, estaremos en las calles denunciando el terrorismo machista, pero también a quienes con sus silencios, con sus deformaciones, manipulaciones, o recortes no hacen todo lo que está en su mano para convertir la violencia de género en una cuestión de estado.